Celebrity: “Se sabe mucho de una sociedad por los famosos que elige”

El inicio de la película no puede ser más contundente. Un gigantesco “Help” se escribe en el cielo de Nueva York (un recurso, este de lanzar mensajes desde el cielo que el cineasta ya había utilizado en su imprescindible Edipo reprimido de Historias de Nueva York). Un enorme grito de socorro que volverá a cobrar protagonismo al final de la película.

Pero, ¿por qué pide ayuda Woody Allen? Pues por un doble motivo. Por un lado, como dice un personaje de la película, porque “se sabe mucho de una sociedad por los famosos que elige”. Y los famosos que elige nuestra sociedad dejan bastante que desear. Como Leonardo Di Caprio, violento, o Melanie Griffith y Charlize Theron, superficiales.

Celebrity-Woody Allen

Leonardo Di Caprio da vida a un violento actor, más preocupado por el sexo y la droga que por su carrera. 

O el mismísimo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en 1998 tan solo un afamado empresario, que hace un cameo interpretándose a sí mismo y afirmando que quiere comprar la Catedral de San Patricio para hacer un negocio inmobiliario. “No me arrepiento de haber fichado a Trump como actor, ojalá siguiera haciendo películas”, ha dicho recientemente el genio de Brooklyn, con su ironía habitual. 

Celebrity Woody Allen - Donald Trump

Robin (Judy Davis) entrevista a Donald Trump en un cameo del entonces empresario. 

Pero Woody Allen no solo pide socorro por la vacuidad de los famosos, sino también por la complejidad de las relaciones de pareja. Porque la película está contada desde el punto de vista de Lee Simon, un reportero de viajes que también entrevista a famosos, y que un día, llegados los 40 y en una fiesta con sus compañeros de promoción, se da cuenta de que no le ha sacado suficiente partido a la vida. Se divorcia y empieza a tener relaciones con famosas explosivas (de una manera un poco inverosímil, cabe decir). 

Celebrity Woody Allen película

Lee (Keneth Branagh) tiene una casi aventura de una noche con Charlize Theron, pero un accidente de coche cuando parece tenerlo hecho lo acaba evitando.

Su ex mujer, Robin, tras un breve intento de sanar sus penas en un retiro espiritual, conoce a un hombre fabuloso con el que se casará pese a pensar que no merece tanta suerte. Lee no tendrá mucha suerte en lo profesional y no logrará publicar una buena novela, pero a Robin las cosas le irán aparentemente mejor: pasará de ser profe de literatura a convertirse en una presentadora famosa gracias a su nuevo marido, al que por cierto conoce en una clínica de cirugía estética a la que acude obligada por una amiga. 

También hay final feliz para Lee en lo personal, aunque este es un poco inverosímil.  

No puedo evitar pensar que Woody Allen, con su humor mordaz y su capacidad para la ironía y el cinismo, podría haber hecho una sátira mucho más aguda del mundo de la fama y de los famosos.

Probablemente, si no la hizo, es porque no quiso hacerla y prefirió lanzar unos pocos dardos y centrarse en lo que más le interesa: las relaciones sentimentales.

Pero tengo la sensación de que esta película se queda en tierra de nadie. Woody Allen lanza un SOS, pero lo hace en voz demasiado baja. 

Quizás si ahora, en 2020, y con todo lo que ha aprendido de la fama y de los famosos -(¡cuántos actores que antes se morían por trabajar con él reniegan ahora de haberlo hecho por miedo a la impopularidad que les puede generar enfrentarse al Me Too!)- Woody sería menos amable con el mundo de las celebrities. Quién sabe… 

 

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