Un día lluvioso en Nueva York: El último homenaje de Allen a su ciudad fetiche

“Nueva York brumoso. No sé por qué pero lo significa todo para mí”, reflexiona Gatsby mientras pasea con Ashleigh por Central Park.

“Para una vez que voy en coche de caballos, el tiempo es deprimente”, le suelta ella, a modo de respuesta.

Timothée Chalamet  y Elle Fanning protagonizan «Un día lluvioso en Nueva York». 

Pero Gatsby (homenaje del director a F. Scott Fitzgerald) ya no espera respuesta. Su decisión ya está tomada: No volverá con Ashleigh a la Universidad, ha decidido quedarse en Nueva York para disfrutar de lo que más le emociona, ese Nueva York brumoso.

Porque de eso habla la película que Woody Allen logró estrenar en 2019, en medio de toda la polémica sobre los presuntos abusos sexuales, de amar a Nueva York. El resto es una excusa.

Y la excusa que Woody Allen hilvana esta vez para volverle a declarar su amor a Nueva York es la historia de desamor de una pareja de universitarios que decide pasar un fin de semana en Nueva York, la ciudad natal de él que ella apenas ha visitado un par de veces.

Su viaje tiene diferentes objetivos. Ella va a entrevistar a un director de cine famoso para el periódico de la universidad, él quiere redescubrir Nueva York.

Pronto el relato, como tantas veces en Allen, se torna inverosímil. El director de cine se confiesa a la joven periodista y desaparece, atormentado por la poca calidad de su última obra. Su productor, al que su mujer le es infiel con su mejor amigo, le pide que le ayude a buscarlo. Por si esto fuera poco, Ashleigh conoce a un joven actor de fama internacional que trata de seducirla. 

Ashleigh, dulce y fantasiosa, vive su aventura con una ilusión infantil; Gatsby, niño de familia bien con pose de atormentado, divaga por la ciudad con aire melancólico y sufre sin saber por qué. ¿Será que los ricos cultos de Manhattan también sufren? Sí, ya sabemos que en la filmografía de Allen, sufren. Y mucho. Porque no se encuentran a sí mismos y no saben lo que quieren. 

No es el caso de Gatsby, que acaba la película teniendo muy claro lo que sí quiere: A Nueva York, por encima de todo lo demás. El hecho de que la historia acabe con Gatsby dejando a Ashleigh e iniciando una relación con una vieja amiga de infancia es lo de menos, lo que de verdad ata a Gatsby es la ciudad, ese “Nueva York brumoso”. 

Un Nueva York muchas veces visto en Allen: El de Central Park y los museos de la Isla (el MET, en este caso), los grandes hoteles, los clubs de jazz y las fiestas de la alta sociedad, esa alta sociedad que tantas veces critica y parodia. 

Gastby, alter ego del propio Allen, hipocondriaco, culto y enamoradizo como la mayoría de sus protagonistas, forma parte de esa gran sociedad, de esa sociedad que dicta lo que es “apropiado” y lo que no. Una alta sociedad que, sin embargo, siempre oculta sorpresas, como la charla final entre Gastby y su madre, que le cuenta su secreto mejor guardado: Ella, impoluta, decorosa, apropiada, fue de joven prostituta y así conoció a su marido, el padre de Gatsby. 

Es Nueva York. La ciudad en la que todo es posible. 

Y este es el último homenaje que, de momento, le ha rendido su mejor director.