Sombras y niebla: Mucho Allen en esta película fantasmagórica

Sombras y nieblas ha sido considerada por muchos como uno de los trabajos de Woody Allen menos prototípicos. Dicen que ni la temática, ni el guion ni la estética de esta película de 1991 coinciden con los rasgos de la obra del maestro e Brooklyn.

Cierto es que la estética de la película, un homenaje al expresionismo alemán de los años 30, difiere del resto de películas del maestro. No solo porque esté rodada en blanco y negro (otras películas de Allen, como su obra cumbre Manhattan también lo están), sino por la oscuridad de todo el film, por esas sombras y nieblas que contribuyen a crear una atmósfera fantasmagórica y oprimente.

Pero más allá de la estética, creo que la película es muy reconocible. En primer lugar, por lo absurdo del planteamiento: Un estrangulador anda suelto por la ciudad y aprovecha la noche, la niebla y la soledad para actuar. Los hombres del pueblo organizan patrullas callejeras y piden a Max Kleinman, un gris oficinista, que sea uno de los suyos. Tendrá una misión clave, pero nadie se lo explica.  Huelga decir que al final, por otro de esos absurdos tan allenianos, Kleinmann será acusado de ser el estrangulador y será perseguido por toda la ciudad…

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Mientras los hombres tratan de atrapar al asesino, el forense espera poder analizarlo para descubrir la naturaleza del mal. Así se lo explica, antes de ser asesinado por el estrangulador,  al propio Kleinman: “A veces ciertos impulsos que pueden provocar a un loco a matar inspiran otros instintos creativos. Cuando lo tenga aquí sobre esta mesa desmembrado y escutrinizado hasta el último detalle entonces sabré la respuesta sobre la cual ahora solo puedo especular”.

Es este otro tema recurrente en la obra de Woody Allen, que en otras ocasiones, con ese toque dostoievskiano que le caracteriza, ya ha buscado entender por qué alguien siente tanta superioridad moral como para quitarle la vida a otra persona. Y es que la obra de Allen deja unos cuantos asesinatos (y unas cuantas reflexiones postcrimen) tras de sí. Irrational Man, Cassandra’s Dream, Match Point o Misterioso asesinato en Manhattan son prueba de ello.

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Pero hay más Allen en esta película de Allen:

  • Las dudas sobre la religión: hasta tres veces le preguntan al agnóstico Max Kleinman si cree en Dios.
  • La infidelidad y el escepticismo ante el amor: “El único amor duradero es el amor no correspondido”, dice una prostituta.
  • La presencia del circo en la ciudad. Esto justifica el papel de Mia Farrow, una actriz especializada en tragar sables llamada Irmy. Irmy huirá del circo tras una discusión con su novio, John Malcovich, y se refugiará en el burdel, donde aceptará 700 dólares por tener sexo con un joven universitario.
  • El protagonismo del burdel, donde las prostitutas no solo cobran por sexo, sino que ayudan tanto a Irmy como después al propio Kleinman a esconderse.
  • Y por último la magia. El mago del circo y el propio Kleinman utilizarán la magia para atrapar al asesino, pero este acaba huyendo y nadie les cree. Finalmente, y tras haberlo perdido todo, Kleinman aceptará la gran aventura de su vida: Enrolarse en el circo como ayudante del mago, que tiene claro cuál es su misión en la vida:  “No es que a la gente le guste la magia, es que la necesita”. Y por eso la magia está tan presente en la filmografía de Allen, como vemos en Alice, en Edipo reprimido y, por supuesto, en Scoop.

Y todo ello pese a que la magia, probablemente como todo el resto, sea solo una ilusión.

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