La maldición del escorpión de Jade: Una genialidad brillantemente disparatada

Woody Allen comienza fuerte en esta comedia de humor: “He encontrado el Picasso”, dice su alter ego, el detective Briggs. “No ha sido nada fácil porque yo debía buscar el retrato de una mujer con una guitarra, pero todo son cubitos y he tardado dos horas en encontrar la nariz”.

Y así, tras este primer comentario burlesco sobre la pintura cubista y vanguardista, Woody Allen va dejando 1.000 perlas repletas de su espléndida capacidad para la ironía.

“He pensado que le gustaría el humo espeso, así no tiene que maquillarse tanto”, le espeta el detective Briggs a Betty Ann (Hellen Hunt), la ejecutiva recién llegada a la empresa de Briggs para optimizar los recursos y los procedimientos.

“Es fascinante como ejecutiva femenina, cuántos hombres encuentro de masculinidad frágil”, le contesta ésta.

“Vuélvase a meterse con mi religión y le aseguro que aunque sea mujer…”, protesta él.

Así empieza la relación entre Briggs y Betty Ann. Parece que se odian, pero un día acuden a un espectáculo de hipnosis y los hipnotizan. Al oír las palabras “Constantinopla” (él) y “Madagascar” (ella) entrarán en una situación de trance que les obligará a hacer lo que la voz que les hipnotiza les diga. Mientras están en ese estado, además, se amarán.

La maldición del escorpión de Jade

Woody Allen y Helen Hunt serán víctimas de la hipnosis y harán lo que el hipnotizador les diga, como robar joyas en casas de ricos. 

El recurso a la hipnosis conduce a la película hacia situaciones propias del Teatro del Absurdo y del Realismo Mágico.  El detective y la ejecutiva, víctimas de la hipnosis, acabarán protagonizando grandes robos en la ciudad sin ser conscientes mientras pasan, también sin consciencia de ello, del odio al amor.

En esta película, como es habitual en Allen, hay espacio para la infidelidad (Mary Ann es la amante del propietario de la empresa, que por supuesto está casado) y para la aparición de una joven femme fatal (Charlize Theron) que seduce al detective Briggs por el morbo de estar con alguien, diríamos para ser suaves, tan alejado de los cánones de belleza y masculinidad a los que ella está acostumbrada.

Los diálogos entre ellos no tienen desperdicio:

Ella “Me encanta dónde vive, es exactamente como imaginaba, una ratonera cochambrosa”.

Él: “Gracias, se lo diré a mi decorador:  ese es el efecto que estábamos buscando”.

Ella: “Me parece extrañamente excitante estar aquí, en este cuchitril, con un empleaducho miope”, le dice ella.

Él: “Sé que en el fondo de esas palabras hay un piropo, aunque no sé dónde está”.

La maldición del escorpión de Jade - Charlize Theron

Charlize Theron tratará de seducir a Woody Allen. 

Por lo demás, y pese a que esta película puede considerarse una comedia romántica, La maldición del escorpión de Jade es mucho más:  Sus diálogos son brillantes, la ironía que destila sobresaliente y el argumento posee un ingenio brutal.

Acabo de verla, y no dejo de preguntarme cómo Woody Allen es capaz de hacer películas de tanta profundidad existencial como Manhattan o Annie Hall a la vez que hilvana comedias tan originales, creativas e inteligentemente disparatadas como esta, o como Edipo reprimido, Scoop, La rosa púrpura de El Cairo o Zelig.

¿Cómo se le ocurren estas ideas tan locas?

Cosas de la genialidad.

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